Pueblos del Valle del Omo
El Mursi vive en la cultura del Kalashnikov
Los Mursis sufren la presión de los gobiernos por la creación y conservación de los Parques Nacionales además de otras tribus que son enemigas por tradición. Entre ellas luchan constantemente por el ganado vacuno que constituye la principal riqueza de un hombre. Treinta y ocho vacas y un Kalashnikov es el pago por una esposa.
Aparte de beber la sangre del ganado mezclada con leche, comen el sorgo y el maíz y recogen café silvestre. En la estación seca, se mueven cerca del agua. En la temporada de lluvias buscan el pasto más exuberante para su ganado.
Aparte de beber la sangre del ganado mezclada con leche, comen el sorgo y el maíz y recogen café silvestre. En la estación seca, se mueven cerca del agua. En la temporada de lluvias buscan el pasto más exuberante para su ganado.
Las mujeres lucen platos en los labios que son un signo de belleza apreciada por los hombres y mujeres por igual. Nos preguntamos cómo pueden comer, o dar simplemente un beso. Sin embargo se los quitan cuando están en sus poblados, en sus chozas de paja, y se los ponen de nuevo cuando aparecemos los turistas.
Los Mursis no tienen líder ni sistema de gobierno. Toman las decisiones en asambleas hasta que se alcanza un consenso. Si un miembro de un grupo de edad se comporta mal, todo el grupo es castigado.
Los parques nacionales cercanos y reservas de caza son un grave problema para los Mursis. Mientras que los turistas ricos pagan por cazar sin piedad, a la gente de las tribus no les está permitido hacerlo así como tampoco sus ganados pueden pastar allí. Los Mursis sienten que no han sido debidamente consultados sobre los parques, además de otros temas importantes como la construcción de carreteras a cambio de cesión de tierras a los turcos para hacer extensas plantaciones de algodón.
Los parques nacionales cercanos y reservas de caza son un grave problema para los Mursis. Mientras que los turistas ricos pagan por cazar sin piedad, a la gente de las tribus no les está permitido hacerlo así como tampoco sus ganados pueden pastar allí. Los Mursis sienten que no han sido debidamente consultados sobre los parques, además de otros temas importantes como la construcción de carreteras a cambio de cesión de tierras a los turcos para hacer extensas plantaciones de algodón.
Después de algunas paradas más nos metimos en un poblado, Butigua, donde nos hinchamos a hacer fotos. Vimos como hacían harina y comían carne cruda de vaca. Reunimos a todo el poblado para que Alberto les hiciera unos juegos de magia. El jefe Olisarali Olibui participó en el juego de la moneda que desaparece misteriosamente y disfrutó mucho. Llamaba la atención su aspecto orondo y limpio y su vestido, una túnica con rayas rojas, en contraste con la desnudez del resto de su gente. Cuando estuvimos con él no teníamos noticia de que estábamos ante un artista y un hombre de talento que lucha por su pueblo. Más bien pensamos que los gobiernos extranjeros lo habían paseado por sus países con intención interesada. Después de recibir una cámara de vídeo, Olisarali Olibui se dedicó filmar los acontecimientos que afectan a su comunidad. Rápidamente se dio cuenta del poder del cine en la difusión de los mensajes y tuvo la idea de ir mostrando las imágenes a su propia gente y los de afuera como una forma de transmitir información y buscar la comprensión hacer una película sobre su comunidad desde su perspectiva y la de su hermano de Milisha. Su objetivo era ayudar a los extranjeros a entender la forma de vida de los Mursis. Se dirigió al proyecto del Reino Unido DFID que trabaja en el conocimiento y la comprensión de pastores en Etiopía, Crecimiento Democracia y Paz para pastores (DGPP) y pidió apoyo para hacer la película. DGPP acordó financiar la película y le presentó a Peter Moszynski, un periodista que trabaja en África oriental que llevó la idea adelante y buscó el cineasta Ben Young. Hubo una proyección de prueba en el Festival Internacional de Cine de Addis en Addis Abeba, Etiopía, en marzo de 2009. Posteriormente obtuvo varios premios y reconocimientos.
En cuanto al idioma, el amárico o amhárico, desciende de la extinta lengua antigua ge'ez, una lengua semítica sudoccidental. Es hablado en el norte y centro de Etiopía, donde es lengua oficial. Toma su nombre de la etnia amhara, tradicionalmente habitantes del norte y centro de Etiopía. Fuera de Etiopía, el amárico es la lengua de 2,7 millones de emigrantes, que viven en Egipto, Israel y Suecia. También es hablada en Eritrea por los deportados eritreos procedentes de Etiopía. Es la segunda lengua semítica en cuanto a número de hablantes, por detrás del árabe y por delante de lenguas como el tigriña y el hebreo. Se escribe usando un silabario llamado "fidel" o "abugida" adaptado del que se usó para escribir la extinta lengua ge'ez. todavia utilizada por la Iglesia Etiope en su liturgia.